Erase una vez un hombre que le encantaba bailar, pero bailaba tan mal, tan requetemal que la gente se reía de él cada vez que se ponía a bailar. La gente le decía al pobre hombre "¡Bajate del escenario, qué tienes bajio bailando!". El hombre se iba a su casa llorando, porque no entendía porque la gente se reía así de él. El creía que bailaba divinamente.
Un día el pobre hombre tiró los zapatos que tenía para bailar y se compró otros zapatos. Esos zapatos eran mágicos, tan mágicos que le ayudarían a bailar mucho mejor, pero el no lo sabía.
Al día siguiente, se levantoó con unas ganas enormes de probarse los zapatos y bailar. Cuando se los puso, los pies bailaban solos y los zapatos le quedaban muy bien. Se fue al tablao a bailar corriendo. La gente cuando lo vio asomar, se puso a reir. El subió al escenario y se puso a bailar, los pies se le iban y la gente se calló y se acercó para ver como bailaba. Él se puso a taconear y bailaba tan bien, pero tan bien que la gente no se lo creía. La gente lo adoraba. A partir de ese día el pobre hombre prometió que nunca dejaría de bailar. El baile sería su vida...
...y colorín colorón este cuento se acabó.
Isabel Lara de 4º de Primaria
Isabel: el cuento está muy bien, me ha gustado mucho, porque el cuento termina bien.
ResponderEliminarSoy Inara. El cuento me ha gustado mucho.¿Qué pasó con el hombre de los zapatos mágicos siguió la magia en los zapatos?
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